jueves, 3 de abril de 2008

Se hace camino al andar

Y al vadear riachuelos. Y al subir repechos (ríete tú de la cuesta de la media fanega). Y al bajar por pendientes tipo Jaguar pero sin arnés de seguridad. Y otra vez subir, y otra vez bajar... Y otra vez subir y otra vez bajar... Bromas aparte y salvados por el buen rollo que acompaña a este viaje, el camino es duro, muy duro. Sobre todo por el peso de las mochilas. Aviso a caminantes: es mejor pagar un poco más y dormir en fondas y pensiones, que cargar con un saco de dormir todo el tiempo. Son de dos kilos y medio a tres kilos los que le quitas al equipaje. Lo del ordenador, por supuesto es una locura. Pero bendita locura. Cargar con él es jodido, es cierto. Pero lo estamos disfrutando. Es una experiencia por sí misma. La gente que ha quedado atrás, la familia, los peregrinos que no han podido venir y a los que tenemos presente a cada instante (que no les quepa duda), los amigos, los desconocidos... están pudiendo seguir casi en vivo nuestra aventura. Y los tres peregrinos (dos y medio, con Diazpe bajo mínimos) nos estamos partiendo de risa entre latas de Aquarius y barritas de muesly con los comentarios de nuestros incondicionales... y con los nuestros propios, que alguno tiene gracia, vaya. Ahora bien, el ordenador tiene algo no del todo positivo, es una sensación que te hiela la sangre como si de una aparición se tratara en esta tierra de meigas y bruixos: cuando uno teclea y los otros miran por encima del hombro lo que se va escribiendo, uno tiene una sensación que le recorre la espina dorsal como un escalofrío. Piensa que en cualquier momento va a oír la frase: "Vete buscando finales de párrafo"...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La leche, compañero. Se le pone a uno la piel de gallina nada más que de imaginarlo. Por cierto, muy bien ese texto, las líneas al cien por cien, apretadas cual piña verde. Como debe ser.

Anónimo dijo...

como se nota lo que sois.
Besos a todos, el mas gordo para Antonio