sábado, 5 de abril de 2008

La jornada del peregrino: andar, comer y dormir

7.00. Suena el despertador de Salvatore con su melodía inconfundible. 7.02. Suena el de Diazpe, con otra melodía igualmente inconfundible: lo de sincronizar los relojes queda para las películas de espías. En planta, con los cristales tiritando todavía de la madrugada, toca asearse: visita al excusado sin excusa y lavado del gato. Una vez vestidos, la primera tarea realmente dura de la jornada: plegar el saco de dormir, enrollarlo y hacerlo entrar en la bolsa para enfundarlo en la mochila. A las 7.50, en perfecto orden de batalla, desayuno (frugal a más no poder) a base de yogur líquido y barrita de cereales. Arreando. A las ocho de la mañana hay que ponerse en marcha. Hasta ahí, sin problemas más allá de las naturales imprecaciones de los peregrinos a la madre del que hizo la mochila o al padre del que fabricó el ordenador. 8.24. Antonio Salvador revolotea buscando encuadres. 8.26. Javier Rubio se queja de la dureza del pie izquierdo. 8.28. Ignacio busca el resuello perdido tras la última cuesta. 8.30. Rubio se queja de la tiranta de la mochila. 9.10. Primera parada para completar el desayuno: el mismo yogur líquido y la misma barrita de cereales y arreando. 9.30. Sale el sol y Antonio Salvador se dedica a buscar contraluces. 9.32. Diazpe pide menos paso a la trasera. 9.34. Rubio vuelve a quejarse de la tiranta. Parada para beber zumo. 10.12 Primera parada soltando mochilas para quitarse las primeras prendas interiores. Vuelven las fotos, los resuellos y las quejas. 11.37 Parada en condiciones para almorzar: lata de Aquarius y bocadillo de tortilla para Salvatore y Rubio y de bacon para Diazpe. 12.06 Se reemprende la marcha con el ánimo por las nubes. Durante las dos próximas horas, saludos por encima de las cercas a los labriegos parroquianos y miradas continuas a los mojones que marcan los puntos kilómetricos desde Santiago. 13.13 A esa hora fatídica, imprecaciones generalizadas al sol, las piedras, las bajadas, las subidas y a la madre que las parió a todas. 13.32. Parada para beber agua, que es lo único que queda. 13.49 Comienza la ronda de averiguaciones sobre el albergue al que nos dirijimos. 13.50 Cálculo imposible de los kilómetros que llevamos recorridos, los que nos quedan por hacer y dónde estamos. 13.51 Desestimiento del cálculo del kilometraje. 14.07 Parada para beber seguida de más imprecaciones a la madre del que hizo la mochila, la parentela del que fabricó las botas y la progenitora del que ensambló el ordenador. 14.23 Cunde la impaciencia por llegar, se hace cansino el andar y se apuran los bidones de agua. 14.38 Al fin, llegada al albergue. Con suerte, se puede elegir litera. 14.45 Ducha de al menos un cuarto de hora. 15.05 Salida a comer previa ingesta de grandes volúmenes de líquido en presentación de cerveza fresquita en jarra helada. Avituallamiento con lo que quede a esas horas en la cocina, si es que está abierta. 14.20 Siesta menos para Salvatore, que se lía a poner pies a las fotos realizadas durante la jornada. 18.00 Labores de redacción y edición del blog durante al menos dos horas. 20.13 Compra de las provisiones de mañana: los botecitos de yogures líquidos y las barritas de cereales de marras. 20.34 Llamadas a los seres queridos 20.57 Cena en el primer restaurante a mano a base de menú de ocho o nueve euros con vino corrientito para alegrar el condumio. 22.30 Flete (sin mariconerías), friegas varias y cuidado de los pies. 22.43 Retreta. Salvatore intenta coger una onda de radio en su MP4 pulsando como trescientas veces por minuto. Voz en la oscuridad:¡Quillo, está hablando Caraballo! 22.59. Silencio. 23.00 Dormir, si se puede, porque ganas se tienen. Y así, día tras día.

1 comentario:

M. Andréu dijo...

23.05 Me aburro de ver la tele en casa y enciendo el ordenador. 23.10 Entro en Internet. 23.12 Repaso mi blog, que para algo es mío. 23.13 Entro en el blog de tres notas que están haciendo el Camino de Santiago y se han llevado un portatil. 23.20 Me descojono de las cosas que cuentan. 23.21 Mi mujer me pregunta desde el salón qué estoy haciendo en el ordenador tan tarde. 23.22 ¡Nada!, contesto yo. 23.24 Me acuesto.

Definitvamente, me convenzo que mi vida es más aburrida estos días que las de otros...

Un abrazo a los tres.