sábado, 5 de abril de 2008

Ribadiso: ocho habitantes, ocho peregrinos

Ribadiso de Baixo, junto al río Iso, como su propio nombre indica, un pueblo y un albergue municipal. Cuarenta kilómetros mal contados nos separan de Santiago de Compostela (39 según la guía de Salvatore). Ocho habitantes y ocho peregrinos. Sólo una mujer entre éstos. Es una joven que da por finalizada nuestra conversación con ella diciendo que no sabe una palabra de español. "Austriaca", dice. No la vemos muy entusiasmada con la plática, así que la dejamos irse a descansar. Nosotros tres, ya somos cuatro. Llegan dos barbados al albergue, donde la hospitalera, hasta nuestra llegada, más parecía estar tomando el sol que atendiendo unas instalaciones públicas. Los barbudos son padre e hijo. Pretenden hacer del tirón lo que nosotros aún planteamos en dos etapas. Así se explica que nos adelanten poco después de una fuerte e interminable subida una vez superado Arzúa, mientras recuperábamos el resuello para continuar nuestra jornada. Ya son seis. Los otros son dos solitarios. Ha llegado cada uno por su cuenta y por su cuenta marchan al día siguiente. Uno de ellos nos adelanta como un correcaminos en Arzúa. Del otro nunca más supimos. Por la noche, la austriaca ha cenado un tazón de colacao, sola, en la terraza, mientras leía (nosotros descartamos traer libros al viaje, por lo que pesan en el equipaje). Los otros cuatro cenan juntos y se cuentan sus batallitas del camino. Nosotros dedicamos el tiempo de cenar al blog. Y luego cenamos. De dormir, mejor no hablar. Porque entre los ronquidos de uno de los peregrinos y el tamaño minúsculo de las literas, Rubio tuvo que echar el colchón al suelo para poder estirar los pies. Ya se sabe que sus habas son cosa seria.

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