viernes, 4 de abril de 2008

Los pies en el río (interludio meditativo)

Estoy solo. Los compañeros están en sus menesteres: dormir y asearse, las dos cosas que más echa en falta el peregrino. Me he quedado al resguardo de un sol abrileño de justicia en el refectorio del antiguo hospital de peregrinos de Ribadiso. Hasta hace unos minutos hemos estado los tres refrescándonos con los pies en el agua del río Iso, aliviando la carga muscular después de casi ocho horas de duro camino desde Palas de Rei por la Tierra de Melide, ya en la provincia de La Coruña. Hemos bromeado, alguno incluso se ha metido hasta las rodillas y se nos ha ido el tiempo de la forma más tonta: sin hacer nada, sólo los pies en el río fresquitos. Me han dejado a solas con mis pensamientos, como si el tiempo no pasara, como si ese agua que nos acaricia los callos, las durezas, las ampollas no terminara nunca de pasar o no volviera a pasar o estuviera pasando siempre, cuando nos hayamos ido, antes de que hubiéramos llegado aquí, después de que nos vayamos también. Sólo eso: los pies en el río, sin pensar en nada o dándole vueltas a demasiadas cosas en la cabeza. A lo mejor también nos convendría bañarla en el agua fría y quedarnos así sumergidos en esta paz gloriosa en que estamos ahora...

No hay comentarios: