miércoles, 2 de abril de 2008

Rosalía viene con nosotros

A las 7.45 de la mañana, los únicos que andaban por la calle eran un trío de peregrinos ingleses y una bruma gallega, digna de Rosalía de Castro, la de los billetes de 500, ¿'sus' acordáis? Nos las prometíamos muy felices para desayunar en el Escalinata del que hablábamos ayer, pero a esas horas estaba más que cerrado. Así que volvimos sobre nuestros pasos, recogimos las mochilas y carretera y manta. No es una expresión hecha: la pelúa que estaba cayendo antes de la alborada era impresionante: hay que abrigarse bien, no queda otra. Y como el camino discurre junto a regatos, atraviesa arroyos, cruza ríos y salva empozamientos, venga niebla, venga rocío y venga relente. Hasta la 1.30 de la tarde, viendo ya la meta de nuestro destino, no levantó del todo la niebla. Hizo un intento en Ferreiros, en el kilómetro 98, pero nos pilló a cubierto en Casa Cruceiro dando cuenta de las tortillas que Isabel nos preparó en el bocadillo del almuerzo -o lo que llaman por aquí almuerzo. El providencial refrigerio nos dio fuerzas para seguir la jornada debidamente confortado el estómago y cumplido con el primer encargo: Candela -la causa de esta peregrinación para los que no lo sepan- ya tiene su concha de peregrino.

1 comentario:

XuxKorrea dijo...

Me alegro mucho por Candela, ella se lo merece muchisimo.

Un beso para ella!