jueves, 3 de abril de 2008

El hombre que servía la cena a Charles Chaplin

Frente a su casa, en el municipio de Ligonde (derivado de Legúndez, de raíz celta) en el concello de Monterosso, le dieron de comer en la casa Do Carneiro a Carlos V (24 de marzo de 1520, seis años de casarse en Sevilla con Isabel de Portugal) cuando llegó de Gante para coronarse emperador. También por esta casona pasó su hijo Felipe II (20 de mayo de 1554) cuando iba camino de La Coruña para casarse con María Tudor. El actual propietario, José Rodríguez, no le ha dado de comer a ningún rey -o sí, porque la exquisita carne de sus terneras rubias gallegas se sirve en las mejores mesas- pero sí le daba de cenar al mismísimo Charles Chaplin en La Grappe d'Or, a orillas del lago Leman en Lausana. Fue cuando emigró a Suiza como tantos otros: el establo donde se cobijan Cata, Chiquita, Carla, Nova y Zafira entre su cincuentena de vacas se lo compró su abuelo -un retornado de Cuba- a una viuda con nueve hijos que se fue a la Argentina en los años 50. De la disciplina hostelera suiza -revisión diaria de corte de pelo, uñas, borde de la camisa, indumentaria y hasta las suelas para que no rechinaran y molestaran a los selectos clientes- pasó a ser jefe de sí mismo sin nadie que le reprenda por su media barba, las uñas ennegrecidas, las botas embadurnadas de bostas y el jersey sucio. Es ganadero, a mucha honra, aunque la subida del gasóleo le va comiendo los márgenes. Sus reses sólo pastan paja de invernada y yerba fresca en los prados vecinos. "Para que después digan que no quedan terneras gallegas naturales". Con él pegamos la hebra a las puertas de su casa cuando nos quedaban unos nueve kilómetros para llegar a nuestra meta del día. Antes de darle los buenos días nos recibió a portagayola con una setas que habían salido en el abono de la remolacha forrajera y que su mujer había recolectado. "Nunca han visto unas setas como éstas", nos dice. Por supuesto, no tenía razón. Es cierto que los ejemplares que él nos enseña no tenían mala pinta, pero dudo yo que estén más sabrosas que las setas de chopo (agrocybe cilindracea) que pueden degustarse en los bares de Cazalla. Él, por si acaso, parece tomar alguna cautela antes de tomarlas. "Ten a mano el teléfono del cura...", bromeaban con él los vecinos escépticos. Kilómetros antes habíamos hablado en la lingua franca del camino con una pareja procedente de Tampere (Finlandia) -por el ritmo que llevaban es posible que lleguen a Santiago el próximo Xacobeo- nos preguntaba por la fiesta de "Todos" del día anterior. No había tal: se había tratado de una manifestación de protesta contra una futura planta de tratamiento de lodos que llevaba por lema "Todos a Portomarín". Por más que buscaban en su guía, no habían oído hablar de la fiesta de "todos". Ya se sabe que en España, entre manifestaciones y verbenas no hay mucha diferencia.

2 comentarios:

M. Andréu dijo...

Eso de las setas de Cazalla me suena de algo.

Anónimo dijo...

a mi tambien me suenan las setas
abrazos para los tres